Desde la segunda mitad del siglo XX, la incidencia de enfermedades alérgicas como el asma y otras alergias han aumentado considerablemente en toda Europa, lo que se discute en relación con los cambios medioambientales [1]. La llamada "hipótesis de la higiene" afirma que cuanto más estéril es el entorno en el que crecen los niños, mayor es el riesgo de desarrollar una enfermedad alérgica. A su vez, los estudios transversales muestran que el entorno específico en las granjas de producción láctea reduce el riesgo de alergias. Para comprobar esta hipótesis, el estudio de cohortes PASTURE (Protection against Allergy - Study in Rural Environments) examinó a 1.000 niños durante los últimos 15 años [1]. Los niños procedían de zonas rurales de cinco países europeos (Alemania, Austria, Suiza, Finlandia y Francia). 500 niños vivían en una granja, los demás no tenían relación directa con ella. Se utilizaron cuestionarios y registros diarios para recopilar datos sobre el estilo de vida de las madres y los niños, y se registraron parámetros inmunológicos y microbianos mediante muestras de sangre y heces [2].
Los resultados muestran que las exposiciones a animales, microorganismos y alimentos son fundamental en el desarrollo del sistema inmunitario. Los niños que crecen en una granja y pasan tiempo en el establo desarrollan significativamente menos asma y alergias. También tienen niveles sanguíneos más bajos del anticuerpo específico IgE, que desempeña un papel clave en las enfermedades alérgicas. Hay dos influencias claras: en primer lugar, el contacto muy temprano con el entorno de la granja y los animales y, en segundo lugar, el consumo de leche de vaca sin procesar durante el embarazo y en los primeros años de vida [2]. Los niños que toman leche de vaca sin procesar desde el primer año de vida tienen un riesgo significativamente menor de resfriados, infecciones respiratorias, infecciones del oído medio y fiebre en comparación con los niños que toman leche pasteurizada o recalentada. El efecto protector del consumo de leche cruda aumenta de forma constante hasta los tres años, edad a partir de la cual se mantiene constante. Otros estudios también demuestran que el consumo de leche de vaca sin tratar puede proteger contra las alergias [3].
El desarrollo de un sistema inmunitario sano requiere un contacto natural con el entorno vital y sus virus, bacterias y agentes patógenos. Esto enseña al sistema inmunitario a reaccionar adecuadamente a los estímulos externos, incluidos los infecciosos. Esto sólo ocurre si el entorno es variado y estimulante, como ocurre en el entorno de la granja. En particular, son muy importantes los primeros años de vida, durante los cuales se forma la microbiota intestinal. Desde hace tiempo se sabe que la microbiota intestinal desempeña un papel fundamental en la salud humana. La leche de vaca no tratada, como alimento vivo, contiene todos sus valiosos ingredientes naturales. Aunque el consumo de leche cruda no puede recomendarse sin restricciones debido a la posible contaminación bacteriana, parece contribuir significativamente al desarrollo de una inmunidad sana.
Bibliografía
[1] www.asept.org/nos-thematiques-de-recherche/risques-respiratoires/pature.html, recuperado el 07/06/2024
[2] Illi S, von Mutius E, Neuherberg (2018): "Die PASTURE-Geburtskohorte" en Gesellschaft pädiatrische Allergologie: "Pädiatrische Allergologie", Número 4 www.gpau.de/fileadmin/user_upload/GPA/dateien_indiziert/Zeitschriften/Paed_Allergologie_2018_4.pdf, recuperado el 07.06.2024
[3] Bachmann H-P, Fröhlich M-T, Bisig W (2020): "La leche cruda y los productos lácteos crudos influyen en la salud humana - una revisión de la literatura" Argarforschung Schweiz, 11(124-130) doi.org/10.34776/afs11-124