El consumo de alimentos ultra procesados ha aumentado en los últimos años. Especialmente en los países de ingresos altos y medios, éstos representan hasta el 60% de la ingesta energética diaria. Cada vez existen más pruebas de que el aumento del consumo de estos alimentos altamente energéticos pero bajos en nutrientes está relacionado con numerosas enfermedades como la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, la depresión e incluso el cáncer. Así, se calcula que un cambio en la elección de alimentos y en el estilo de vida podría reducir entre un 30% y un 50% los casos de cáncer, que constituye la segunda causa de muerte en todo el mundo.
Un estudio de este tipo, multicéntrico y prospectivo (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition, EPIC), analizó los datos de más de 450.000 sujetos (71% mujeres y 29% hombres) que no padecían cáncer al inicio del estudio. El estudio analizó el comportamiento alimentario de participantes de diez países europeos mediante cuestionarios validados durante el periodo comprendido entre 1991 y 2001. Se registraron tanto la frecuencia de consumo como la cantidad de alimentos mediante un protocolo dietético de siete días. La evaluación de los grados de procesado de los alimentos consumidos se llevó a cabo utilizando la clasificación de alimentos NOVA de cuatro grupos.1 Los registros de cáncer, además de otras encuestas, sirvieron para registrar los casos de cáncer en el periodo investigado.
En el estudio, Kliemann et al. (2023) fueron capaces de demostrar que el riesgo de desarrollar cáncer en general, así como determinados tipos de cáncer, aumentaba cuantos más alimentos (ultra) procesados se consumían. También se observó que las personas que consumen más alimentos procesados y ultra procesados no sólo tienden a consumir más calorías, sino también más alcohol, lo que puede aumentar aún más el riesgo de cáncer.
Se cree que las causas del efecto cancerígeno de los alimentos ultra procesados son la composición nutricional adversa, la densidad energética de estos alimentos, así como los aditivos alimentarios (por ejemplo, aromatizantes y colorantes) que contienen. El conservante nitrato sódico puede provocar la formación de nitrosaminas cancerígenas, y los compuestos que se forman durante el procesado (por ejemplo, la acrilamida) también pueden ser perjudiciales para la salud. Además, el mayor contacto con componentes químicos sintéticos de los envases (por ejemplo, DEHP, BPA) puede aumentar el riesgo de cáncer.
El consumo de alimentos ultra procesados no deja de aumentar. Dado que la recogida de datos finalizó en 2001 y que la clasificación NOVA de los alimentos consumidos se basó en estos datos, cabe suponer que la situación se ha agravado aún más entretanto. En el momento de la recolección de datos, el 32% de la ingesta energética diaria total correspondía a alimentos ultra procesados; hoy, la cifra es del 60%. Además, hoy en día se utilizan muchos más aditivos en el procesado. En este contexto, los efectos del consumo de alimentos ultra procesados sobre el riesgo de cáncer pueden ser actualmente aún mayores de lo que demuestra el estudio.
Por otra parte, la reducción del consumo de alimentos procesados y ultra procesados (Nova 3 y Nova 4) tiene un efecto positivo sobre el riesgo de cáncer: en el estudio se llevó a cabo un análisis de sustitución en el que el 10% de los alimentos ultra procesados se sustituyeron por alimentos mínimamente procesados y frescos (Nova 1). Aumentando esta proporción, podría reducirse el riesgo de cáncer en general, así como el de determinados tipos de cáncer, como el de esófago o el de mama. Este hallazgo coincide con investigaciones recientes del Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer, que considera como alimentos mínimamente procesados los cereales integrales, los productos lácteos y las verduras sin almidón.
Los alimentos ultra procesados son productos fabricados industrialmente, como aperitivos, platos preparados u otros alimentos precocinados. Además de ingredientes que ya pueden estar procesados de por sí, contienen una serie de aditivos y pasan por varias fases de elaboración, a veces de alto consumo energético. El estudio demuestra, basándose en numerosos datos, que el consumo de este tipo de alimentos tiene más probabilidades de ser perjudicial e incluso de aumentar el riesgo de desarrollar cáncer. El hecho de que el riesgo de cáncer pudiera reducirse sustituyendo sólo el 10% de los alimentos ultra procesados (por alimentos mínimamente procesados) subraya aún más su impacto nocivo para la salud.
La acción de la industria alimentaria al ofrecer productos que han demostrado ser poco saludables en nuevas variaciones y recetas tiene una motivación económica. ¿No debería ser esto una llamada de atención a todos los consumidores para que tomen en sus manos su bienestar, adquieran competencia nutricional y recurran a alimentos naturales o mínimamente procesados, independientemente de la industria alimentaria? Esto puede lograrse, por ejemplo, mediante métodos como el consumo consciente, la alimentación intuitiva o "las tres preguntas "2, ya que asimismo incrementa el disfrute. Y como demuestra el estudio: ¡incluso una pequeña sustitución de alimentos ultra procesados tiene un efecto positivo en la salud!
Los agricultores biodinámicos producen alimentos sanos para alimentar a la población y aportan su pequeño grano de arena a la tierra. Respetan los ciclos naturales y contribuyen a mitigar el cambio climático. Además, ayudan a garantizar agua limpia, paisajes diversos, un mayor bienestar animal y mucho más, algo que repercute positivamente en la salud de todos los seres vivos (suelo, plantas, animales y seres humanos).
Bibliografía
Kliemann N, Rauber F, Bertazzi Levy R, Viallon V, Vamos E P, Cordova R et al. 2023. "Procesamiento de alimentos y riesgo de cáncer en Europa: resultados del estudio prospectivo de cohortes EPIC". The Lancet Planetary Health, 7:219-232.
doi.org/10.1016/S2542-5196(23)00021-9 abgerufen am 19.04.2023